Lo cierto es que los Austrias utilizaron mucho la Plaza Mayor. En ella se proclamó rey a Felipe IV en el año 1621. Además, este bonito espacio abierto servía para dar cabida a las representaciones teatrales, a los torneos, a las corridas de toros y a las celebraciones en general, como carnavales y paso de romerías. Hablando de romerías; ¿Sabéis que una de ellas se llamaba popularmente “el trapillo”? Así era como se conocía la que correspondía a San Marcos y que se celebraba el 25 de abril. A ella solían acudir romeros vestidos con harapos, lo que llamaba mucho la atención. Este hecho guarda relación con un dicho que empleamos en la actualidad. Cuando decimos “Hoy voy de trapillo…” estamos, sin saberlo, haciendo alusión a una romería existente en tiempos pasados. Pero, en materia de romerías, había que tener especial cuidado con la de Santiago, que se celebraba en el Sotillo. Y es que era una celebración donde eran habituales los robos, los galanteos, las disputas e incluso las muertes. Por si fuera poco, parece que algunas de las mujeres que asistían no dejaban en buen lugar el honor de sus maridos y novios, Góngora nos habló de este hecho en los siguientes versos:
“No vayas, Gil, al Sotillo que yo sé quien novio al Sotillo fue y volvió hecho ovillo”
En la Plaza Mayor se llevaban a cabo representaciones festivas pero también tuvieron lugar en ella funciones mucho más macabras. Nos referimos a los autos de fe y a las ejecuciones que, desde 1621, también se celebraron.
Texto procedente de nuestro libro: ‘Explora lo desconocido de Madrid: Lo más macabro, anecdótico y sorprendente de nuestra historia’.