Retomamos la historia de Madrid en el punto donde la dejamos en plena Edad Media. Durante el reinado de Enrique IV se multiplican los arrabales del exterior de la muralla, razón por la que se crean nuevas cercas con objetivos -en este caso- sanitarios y fiscales.
Las epidemias han propiciado la creación de hospitales -creados por órdenes religiosas- para atender a los enfermos. Se suelen ubicar en el exterior de las puertas de la ciudad para mantener alejados a los apestados y disponer de villas en cuarentena.
Por otro lado, las cercas responderán a un fin tributario, ya que toda mercancía que entrara para ser vendida en la villa tendría que pagar un impuesto. Habrá excepciones, como la concesión del rey de «mercado franco», que era cuando se establecía un día y lugar para mercadear sin pagar impuestos.
El crecimiento urbano es paralelo al incremento de la participación madrileña en el poder político castellano. Las murallas y el alcázar son reforzados y destruidos como consecuencia de los continuos asedios y conquistas por parte de los distintos reyes.
A mediados del S. XV se incrementa la población dedicada al comercio y la artesanía, con lo que la villa va adquiriendo un aspecto más urbano y menos agrícola. Este cambio es el resultado -también- de la presencia de la Corte Real y de los caballeros, multiplicándose el número de servidores y escribanos.
A partir de este momento se tiene constancia de la existencia de industrias textiles y de tenerías, de curtidores de cuero, alfareros y ferreros, plateros, molineros… etc. Los alarifes y albañiles siguen siendo -predominantemente- musulmanes; mientras que los físicos, prestamistas y recaudadores de impuestos suelen ser judíos.
El régimen feudal va perdiendo fuerza en Europa frente al auge de las monarquías que amplían sus territorios y poderes gracias a los enlaces matrimoniales. Es el caso de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, que son acogidos con entusiasmo por el pueblo madrileño.
Son los Reyes Católicos los que deciden trasladar el recién creado Convento de San Jerónimo el Real desde el margen del Manzanares a la altura del actual Puente de los Franceses al olivar del Prado. Parece que la humedad lo hacía inhabitable y que en su nueva ubicación comenzó a llamarse del Buen Retiro.
En los albores del S. XVI, con el emperador Carlos I se concibe un nuevo estado renacentista. El descubrimiento de América, la toma de Granada, el auge de la Inquisición y las expulsiones de judíos y musulmanes alterará la importancia de la villa de Madrid.
Más información en «Atlas ilustrado de la Historia de Madrid» , de Pedro López Carcelén.