El origen del Parque del Oeste se relaciona con la fase culminante del proyecto urbanístico madrileños del ensanche, que se extendió a lo largo de los últimos decenios del siglo XIX. Su ubicación, en las escarpadas laderas que asoman hacia el río Manzanares se correspondía con la llamada e la época “Tierra de San Antonio”. La idea de desarrollarlo en esa zona era fruto de un concepto de modernidad urbana que pretendía suavizar las irregularidades topográficas de la ciudad y adaptarlas a lo ya urbanizado. Así, dicho territorio sería absorbido por la ciudad aprovechando sus atractivas ventajas geográficas.

El proyecto dirigido por el ingeniero agrónomo Celedonio Rodrigáñez se aprobó en el año 1893 comenzando inmediatamente los primeros trabajos de acondicionamiento. Fue impulsor del mismo el alcalde Alberto Aguilera, aunque la duración de más de diez años en su materialización hizo que se vieran involucrados otros alcaldes y gobiernos del momento. Por el año 1899 se llevaban gastadas 30.000 pesetas en su ejecución y en 1903 había ya plantados unos 12.000 árboles.

Cuando el alcalde Eduardo Vicenti lo inauguró en 1905, la extensión que ocupaba era de unas 37 hectáreas situadas entre las actuales calles de Moret, Séneca, paseo de Camoens y Valero. Las sucesivas ampliaciones lo fueron aproximando poco a poco hacia la zona de Principe Pío, transformando espacios degradados destinados al vertido de escombros en renovadas zonas ajardinadas.

El estilo que pretendía imitar era el del jardín inglés, pero sin alcanzar la profundidad de sus contenidos, sino más bien su formato inspirado en la ruralidad. Con ello se valoraba el sentido pragmático del parque, propio de la realidad burguesa de la Restauración. Sus objetivos eran la búsqueda de la salubridad e higiene del territorio y la modernización de la ciudad al incorporar arte y tecnología. Un punto emblemático del poder curativo vinculado al parque se localizaba en la fuente de la Salud, lugar al que acudían los madrileños a probar sus supuestas aguas medicinales. A los elementos historicistas y la imitación del paisaje rural se le añade la presencia de nuevos adelantos como el tranvía, el paseo de coches, los sistemas de alcantarillado…

Los paseos se cubren con las hojas del abedul

Durante la Guerra Civil tuvo que soportar el emplazamiento de una de las líneas defensivas y frente de ataque con las consecuencias desastrosas que conlleva. La desaparición de determinados elementos ornamentales, arbolado y la degradación de las principales infraestructuras tuvieron que ser reconstruidas tras la guerra. Para acabar hay que mencionar la inauguración del teleférico de Rosales en ese mismo año uniendo el Parque del Oeste con la Casa de Campo y regalando unas placenteras vistas de ambos parques y del mejor sector monumental de Madrid.

Extracto de nuestro libro ‘Descubre los Parques de Madrid

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