Uno de los espacios más bonitos y a la vez desconocidos de todo Madrid resulta el Parque del Capricho que se puede visitar en la Alameda de Osuna. Para encontrar los orígenes de este verde rincón hay que echar la vista atrás hasta el año 1784 cuando los Duques de Osuna adquirieron esta enorme finca para adornarla a su gusto, convirtiéndola en una de las más bellas fincas de recreo de toda la capital.
Su gran impulsora fue María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel, considerada como una de las mujeres más inteligentes de su época, mecenas y protectora de artistas e intelectuales, su gran gusto aún se percibe hoy cuando uno se deja llevar por el parque.
Repartidas por sus 14 hectáreas hay un sinfín de construcciones o ‘caprichos’, de ahí el nombre del parque. De entre todas ellas hoy os queremos mencionar una pequeña ermita decorada con trampantojos. Junto a ella destaca la presencia de una lápida de piedra gris en forma de pirámide. Ésta, según cuentan, marca el lugar donde se ubica la tumba del monje Arsenio, un ermitaño que falleció en el ya lejano 1808 después de vivir 26 años en la ermita de este hermoso parque.
Este relato y muchos más os esperan en el libro ‘Curiosidades de los Cementerios de Madrid’ de José María Escudero Ramos.