Hace más de un siglo que se construyó el edificio donde actualmente reside la SGAE, concretamente en 1904. La mandó construir un financiero, Javier González Longoria que deseaba vivir en un palacio a la vez que instalaba sus oficinas bancarias.
Fue el arquitecto José Grases quien levantó el edificio, con una clara influencia del modernismo vienés. En Barcelona el modernismo estaba pisando fuerte porque existían una serie de circunstancias que lo propiciaron, como la boyante burguesía, el plan del ensanche y el genio de Gaudí.
Sin embargo para la burguesía de Madrid, este tipo de construcciones no tenía mucha aceptación. De hecho, fue considerado como algo anómalo, una obra muy discutida y que sufrió una crítica demoledora.
Desafortunadamente sus primeros inquilinos tuvieron que vender el edificio. Sería el dentista de Alfonso XIII y Presidente de la Compañía Dental Española quien lo comprara a la familia Longoria por 500.000 pesetas de la época.
«La tarta», como así lo conocen los madrileños, es uno de los pocos edificios modernistas que sobreviven en nuestra ciudad. A juicio del arquitecto que en los años noventa lo restauró, Santiago Fajardo, es «un edificio extraño, fuera de contexto».
Esta semana se abre al público -coincidiendo con la Semana de la Arquitectura-. Ahora no sólo nos imaginaremos cómo es el edificio blanco de motivos vegetales y balcones derretidos, sino que podremos observar cómo es por dentro «el pastel».
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