Felipe III es el primer rey nacido en Madrid y sin embargo fue quien realizó el hasta ahora, único intento de llevar a otro lugar la corte de las Españas. Si hemos de ajustado en el término, tendremos que decir que no fue él, si no su favorito, el duque de Lerma, que tentado por los buenos dineros que el Concejo de Valladolid le ofrecía, realizó, o hizo realizar, el traslado de la corte a aquella ciudad. la cosa no fue bien; los cortesanos se quejaban del nuevo acomodo, las nieblas y los fríos de la nueva corte molestado a todos y las cuestas vallisoletanas parecen, a través de los escritores de la época, como algo maldito, uno de los motivos más acusados de queja por boca de todos.
Si a esto le unimos el buen ofrecimiento de 250 mil ducados de oro, que el Ayuntamiento de Madrid hizo al duque de Lerma, comprendemos la causa de que la corte regresara a Madrid. Pero en el breve período de ausencia cortesana ocurrieron cosas en la villa que no queremos hurtar al lector. Ocurrió que las casas se quedaron deshabitadas y hasta tal extremo llegó que los propietarios daban dineros con tal de que se viviera en ellas para evitar su ruina. Magnífico ejemplo de lo que podría suceder si otra vez la corte partiera de Madrid, para dicha de los madrileños.
En el año 1606 otra vez estaba ya la corte en la Villa de Madrid y había acabado la entretenida y productiva comedia montada por Lerma. El 13 de enero de 1608 fue jurado príncipe el sucesor del rey, que había de reinar con el nombre de Felipe IV. El 19 de diciembre de 1615 entró en Madrid, entre grandes fiestas, doña Isabel de Borbón, hija del rey Enrique IV de Francia. Como tenía doce años, y el novio diez, el matrimonio no se consumó hasta 1620.
También se produce en Madrid el fallecimiento de Cervantes en una casa de la calle del León, con vuelta a la de los Francos – donde vivía Lope de Vega que desapareció y fue sustituida en el pasado siglo por otra a la que se dio entrada por la citada calle de Francos, que hoy se llama de Cervantes. Cervantes fue enterrado en las Trinitarias en la próxima calles que entonces se llamaba Cantarinas y ahora de Lope de Vega.
En 1619 quedaba terminada la Plaza Mayor, obra del arquitecto Gómez de Mora y encargo real. Sus casas construidas por el patrón uniforme dado por el arquitecto, fueron siempre de propiedad particular, a excepción de las principales, la de la Carnicería u la de la Panadería, que pertenecieron al Ayuntamiento.
La Plaza Mayor nace como mercado diario, pero también para que en las ocasiones solemne fuera escenario de fiestas y grandes devociones. allí se han corrido toros, cañas, han tenido lugar ejecuciones, autos de fe… Hasta una batalla se ofreció en el siglo XIX en su recinto, para que nada la faltara.
También son es esta época el llamado palacio de los Consejos, al final de la calle Mayor, que edificó para su residencia el duque de Uceda; la interesantísima iglesia merecedora de una visita larga y cuidad, San Antonio de los Portugueses, después llamada de los Alemanes. En su reinado se levantan también el Noviciado de los jesuitas, que dio su solar a la vieja universidad de la calle de San Bernardo (1602) el convento del Caballero de Gracia, desaparecido, ya que el actual es posterior, el Convento de san Gil, cuyo solar forma parte hoy de la Plaza de Oriente (1606); el convento de mercenarios de santa Bárbara desaparecido (1606) el de Jesús de trinitarias, igualmente desaparecido en la calle de Atocha (1606)o el de las monjas jerónimas, llamado de las CaCarboneras, felizmente existente, con bella iglesia en la Plazuela del Conde de Miranda.
Extracto del libro ‘El Madrid de los Autrias’