Ahora que se acercan las fiestas de «la Melonera» no podemos olvidarnos de su origen: la Virgen del Puerto. Junto al Puente de Segovia se halla la ermita de la Virgen del Puerto que fue construida por Pedro de Ribera por orden del corregidor de Madrid, el Marqués de Vadillo. El objetivo era que las lavanderas del río Manzanares tuvieran un lugar de culto cercano a su lugar de trabajo.

Aquella ermita se dedicó a la Patrona de Plasencia, Nuestra Señora del Puerto, que a su vez debía su nombre a su primer emplazamiento en el puerto de Lisboa. Como representaba a una Virgen dando de mamar a su hijo fue conocida, en un principio, como la Virgen de la Buena Leche.

Pero como más popularmente se la conoce es por «la Melonera». La tradición manda que cada 8 de septiembre, festividad de la Virgen, se celebra una romería hasta la ermita, donde se instalaba el famoso mercadillo de melones de Villaconejos.

La ermita y sus alrededores se llenaban de melones y sandías y en la alameda de alrededor se concentraban asturianos y gallegos que solían entonar las canciones tradicionales de su tierra y celebrar bailes típicos. Se hallaban enfrentados en dos grupos llamados piloña y pravia.

Las mujeres, por su parte, llevaban dinero a la ermita para comprar el mejor melón. La razón es que, según se cuenta, una novia plantada en el altar, recuperó a su novio por mediación de la Melonera. La chica, en agradecimiento, robó un melón y se lo llevó a la Virgen. Pero ésta lo devolvió a su sitio y le dijo -en sueños- a la joven que comprara el melón. Si lo comía con su novio tendría un buen marido. Desde entonces, las madrileñas llevaban dinero para comprar un melón a sus novios.

Más información en Madrid curioso, de Mª Isabel Gea Ortigas.

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