En Madrid, como en otras localidades de la peníncula, encontramos el origen de la Semana Santa en las antiguas procesiones de disciplinantes, protagonizadas por los miembros de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, una hermandad que ya existía en el año 1500.
Se desconocen sus orígenes aunque se sabe que estaba vinculada al convento extramuros de San Francisco el Grande. Por esas fechas, un acompañante de Felipe el Hermoso vio disciplinantes ir por las calles de Madrid, golpeándose el cuerpo, el día de Jueves Santo, como así lo refiere uno de uno de sus viajes.
Esta fue la Hermandad más importante hasta finales de la década de 1560. Era de las llamadas «de naturales», por lo cual solo los nacidos en la Villa del Manzanares podían incorporarse a sus filas.
Pero ésta no era la única. En 1561 se contabilizaban en Madrid un total de 40 Hermandades, una cantidad nada despreciable para una población de 20.000 habitantes, lo que indica que una buena parte de la población pertenecía a alguna Hermandad.
De las más destacables en número y antigüedad eran las del Santísimo Sacramento o del Corpus Christi, algunas fundadas a finales del S. XV e incluso otras anteriores. También había Hermandades hospitalarias cuya misión era la de enterrar a los pobres, pocas gremiales y las más pujantes como las marianas de Nuestra Señora de la Cabeza, la de Nuestra Señora de Atocha que contaba con dos congregaciones, la Archicofradía de Santa María la Real de la Almudena y la tradicional del Patrón de San Isidro.
Desde 1530 pertenecían a ellas muchos individuos de distintos oficios y clases sociales, la mayoría de ellos de condición de estantes en la Corte (primero de Carlos V y luego de Felipe II), así como oficiales y servidores de la Casa Real.
Más información en Semana Santa en Madrid de Enrique Guevara Pérez.