En la calle Manuela Malasaña estuvo el Salón Maravillas, el primer cine madrileño en el que se proyectaron películas de forma estable. La iniciativa surgió de una familia de empresarios, conocida como los Jimeno.
Fue en 1896 cuando los Jimeno crearon un barracón donde exhibían figuras de cera, muñecos autómatas y vistas estereoscópicas (precursoras del hoy tan conocido 3D). Con esto se anticiparon a la llegada del cine que llegaría a finales de ese mismo año.
Compraron un proyector de cine en Lyon y en la fachada del barracón, a modo de reclamo, exhibían un órgano de Limonaire (un enorme piano decorado con figuras humanas iluminadas con bombillas de colores). Esto lo convirtió en el Salón Maravillas.
La empresa de los Jimeno se trasladó a la cercana calle de Fuencarral, aunque la sala Maravillas se mantuvo siempre en la calle Manuela Malasaña (en distintos solares). Dicha sala hizo las veces de cine y otras tantas de escenario dramático. Y en los últimos años se ha convertido en el Teatro Maravillas.
El actual cine Proyecciones (Fuencarral 136) es la evolución de aquel Palacio de Proyecciones Animadas, creado por los Jimeno cuando trasladaron su Salón Maravillas. En un principio estuvo ubicado en el número 125 de esta calle y era, igualmente, un barracón. Aquí se proyectaron películas como Choque de trenes, Juana de Arco o Aladino y la lámpara maravillosa.
Además de las proyecciones, también había música y espectáculos de variedades. Tenía un aforo de 600 espectadores y la sala contaba con lujos como calefacción y bar, servicios muy raros en los cines de aquel momento.
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