En el término de Patones se encontraron -hace algún tiempo- restos arqueológicos que prueban asentamientos de la Edad de Bronce y de Hierro, especialmente en la Cueva del Reguerillo, declarada Monumento Histórico Artístico en 1944. Treinta años después se descubrieron restos de un castillo celtibérico, probablemente del S. II a.C.
Parece que los fundadores de Patones fueron tres hermanos y una hermana, todos ellos pastores que se asentaron en una hoz o garganta para estar cerca de su ganado. Desde entonces, aquella zona fue conocida como La Hoz de los Patones.
Por otro lado, está comprobado que durante los S. XVII y XVIII hubo en Patones una serie de hombres que se sucedieron con el apelativo de «reyes» y que eran los encargados de poner orden en las riñas, eran los conciliadores. Según los archivos, los reinados patoneros tuvieron una duración aproximada de siglo y medio.
Cuando Carlos III concede el privilegio y título de lugar explica en su Carta Real: «…que en los siglos pasados parece ser que acosados o fugitivos de las invasiones de los romanos o moros, los causantes de los moradores de los Patones, pocos en número, se escondieron en lo fragoso e impenetrable (en aquel tiempo) del Sitio Peñascoso que aún hoy existe… Que por Estatuto acuerdo y convenio (aunque rústicos) (…) parecía ser que con suma simplicidad dieron título de Rey a uno de ellos que sin duda sería el más rico, sabio o más antiguo y principal de todos…»
Cuenta la tradición que uno de los «monarcas» de este reino de leyenda escribió una carta al Rey de España que por aquel tiempo era Felipe IV, en cuyo encabezamiento ponía «Del Rey de Patones al Rey de las Españas». Felipe IV mandó indagar quién era el descarado súbdito. Poco tiempo después decubrió el Lugar de Patones y supo también que en aquellos tiempos en que los moros se hicieron dueños de España, un grupo de cristianos se había echado al monte y habían sobrevivido con sus propios medios. No se le ocultó al monarca que estos fieles nombraron rey al hombre más anciano y sabio de cuantos allí se refugiaban, para que les gobernara.
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