El teatro siempre fue una de las actividades favoritas de ocio de los madrileños. Hoy nos referimos a los años veinte y treinta del siglo pasado para repasar cómo se veía el teatro entonces.
En el Madrid de aquellos años existían diversas salas de teatro en función del poder adquisitivo del espectador. También había distintos tipos de público, desde el más purista -que conocía el libreto original- hasta los «reventadores» cuya función era no dejar ver la obra al resto.
Las salas se especializaban en un género determinado que era representado por unos actores concretos. Así, por ejemplo, en el Martín, situado en la calle Santa Brígida, se estrenaron dramas de autores como Fernández y González y también revistas y operetas como «Cinco minutos nada menos» de Jacinto Guerrero.
El público elegía el teatro según el género que se representaba, el autor de la obra, los actores que la interpretaban, etc. Un destacado teatro de la época era el Español, donde representó grandes dramas la compañía de María Guerrero y Díaz Mendoza.
Por su parte, el Teatro Calderón, inicialmente pensado como sala modesta, acabó siendo un gran teatro con más de 2000 lolcalidades de aforo. En un primer momento se llamó Teatro Odeón y no tuvo mucho éxito por lo que fue vendido al Centro de Hijos de Madrid que lo renombró Teatro del Centro. Pero tampoco ellos tuvieron suerte y fue el duque del infantado quien lo adquirió llamándole finalmente Calderón.
En esa sociedad, el teatro era una alternativa de diversión generalizada. Cada uno iba al que podía su condición, unos acudían al Teatro de la Comedia, con sombrero, y otros se conformaban con ver el teatrillo de verano de las Vistillas, sin sombrero.
Más información en «… de antes de la guerra. La vida cotidiana en Madrid entre 1900 y 1936 contada por sus protagonistas», de Reyes García Valcárcel y Ana María Écija Moreno.