¿Sabéis quien vivió en Lavapiés? Pues la hija de un tal Jerónimo Velázquez, representante de actores y propietario de una afamada compañía de teatro en el Madrid del siglo XII. Estamos hablando, nada más y nada menos, que de Elena Osorio, la mujer por la que un joven Lope de Vega daría con sus huesos en la Cárcel de la Villa. Resulta que esta dama, ya separada del actor Cristóbal Calderón, enamoró a Lope. El joven literato, mientras duró el romance, no paró de escribir guiones para las comedias que representaba la compañía de su padre. Pero un día sucedió algo que no estaba previsto; Elena encontró a quien podría proporcionarle mejor acomodo y decidió casarse por conveniencia. El afortunado fue un tal Francisco Perrenot Granvela. Seguro que os suena el apellido Granvela. ¿Cómo no iba a ser así, tratándose del sobrino del famoso cardenal?
Y ¿Quién era el cardenal Granvela? Pues un personaje muy influyente, nacido en 1517 en Ornans, Francia, y muerto en Madrid en 1586. Llegaría a ser secretario del Emperador Carlos V y a participar en las negociaciones internacionales que llevaron al matrimonio de Felipe II con la reina María Tudor de Inglaterra. Precisamente fue Felipe II quien le daría el cargo de Presidente del Consejo de Estado en Flandes, bajo la regencia de Margarita de Parma. Os recordamos que Margarita fue una de las hijas bastardas de Carlos V. Con las posiciones que Granvela ocupaba, no es de extrañar que se ganara algunos enemigos. Por ello, al final su carrera terminó truncándose y, acabó siendo destituido de algunos de sus puestos más importantes.
En cualquier caso, Elena Osorio no iba a dejar escapar semejante partido. Sintiéndose despreciado, Lope de Vega se lió a repartir por las calles de Madrid unos escritos donde ponía verde a la chica. Aquí reproducimos uno más en el que Lope habla, no sólo de Elena, sino también de sus familiares:
“Estas son tres, estas son tres las que empuercan el barrio de Lavapiés”
Aquello produjo un enorme alboroto que en toda la Villa. Lope de Vega sería denunciado, procesado y desterrado de la Corte durante ocho años. En el plazo de dos no pudo volver a pisar el suelo de Castilla. Si desobedecía, su pena sería de muerte. Como curiosidad, apuntar que Cervantes se puso del lado del padre de Elena, por lo que no estuvo en muy buenas relaciones con Lope por aquel entonces.
Texto incluido en nuestro libro: Explora Madrid