Elena Fortún, el seudónimo de la escritora que creó a Celia
La escritura es a veces la manera en que un alma escapa de una realidad hostil. La ventana por la que asomarse a otro mundo y tomar aire cuando uno se asfixia. Quién sabe si no fue algo así lo que empujó a Encarnación Aragoneses Urquijo a convertirse en Elena Fortún, y buscar más
allá del drama del día a día otra realidad en la que sobrevivir.
Encarnación Aragoneses nació en Madrid en 1886, y como hija de una familia pequeñoburguesa, recibió la limitada educación que era costumbre proporcionar a las mujeres de su época y condición. Se casó con apenas 20 años con un militar republicano y escritor, Eusebio Gorbea, un hombre de carácter difícil y tendencia a la depresión, con quien tuvo dos hijos. El más pequeño de ellos falleció en 1920, lo que sumió a la escritora en un duelo que se prolongó durante años y la tuvo apartada de todo y de todos.
Pero el empuje de su talento la ayudó a salir a flote de esa difícil situación. Y la compañía de sus amigas, María Lejárraga y María Martos, fue un importante estímulo para su vuelta a la vida social e intelectual, a la que se reintegró desde las tertulias que, una vez en semana, se organizaban en la casa familiar. Encarnación Aragoneses fue una activa colaboradora del Lyceum Club Femnino, la cancha de pruebas del feminismo burgués de principios del siglo XX, y allí también completó su formación.
Era Encarnación una mujer de carácter alegre y muy ocurrente, y su amiga Lejárraga la animó a escribir las historias que contaba. De su mano llegó a conocer al fundador de ABC, Torcuato Luca de Tena, quien la contrató como colaboradora en su Blanco y Negro. Allí nació para el público Elena Fortún –su seudónimo- y su principal personaje, Celia. Fortún conocía y trataba a los niños, no sólo por su experiencia personal sino también por su actuación como cuentacuentos en la Casa del Niño creada por el Lyceum, siguiendo el modelo de la que mantuvo Margarita Nelken. En esta guardería gratuita para los hijos de las trabajadoras, Elena Fortún contaba cuentos cada domingo, y se hacía así familiar en ella el lenguaje, la psicología y las reacciones infantiles. Experiencias que seguramente le fueron muy útiles para dar cuerpo a su “Celia”.
El primero de los libros donde la pequeña revoltosa era protagonista fue publicado en 1929 por la Editorial Aguilar. Sus andanzas y aventuras siguieron apareciendo, como anticipo en Blanco y Negro y más tarde convertidas en relatos, durante los años posteriores. Encarnación apoyó a la República Española, y realizó un importante trabajo en pro del feminismo y por el fin del analfabetismo. El final de la Guerra Civil llevó al matrimonio al exilio en Buenos Aires.
Texto incluido en nuestro libro ‘Mujeres y madrileñas’