Aunque las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma son solo una para muchos madrileños, lo cierto es que cada una de ellas tiene entidad propia. Hoy contamos el origen y procedencia de San Cayetano, que es lo que toca.
Cayetano de Thiene, a quien están dedicadas la fiesta y la iglesia del mismo nombre situada en la calle de Embajadores, nació cerca de Venecia en el S. XV. Este joven clérigo fundó una red de hospitales para atender a los más necesitados.
La Parroquia de San Cayetano sufrió un incendio durante la Guerra Civil, destruyendo su interior y gran parte de su riqueza artística. En los años sesenta se llevó a cabo su restauración, con la aportación de parte de la aristocracia, como los Duques de Alba.
Las fiestas de San Cayetano se han celebrado a lo largo del tiempo, pese a los momentos difíciles. La famosa verbena se extendía por todas las calles adyacentes de este popular barrio, engalanado con mantones y farolillos desde principios de agosto.
Como en el siglo pasado, desde primeras horas del día, los vecinos hacen cola en la iglesia para besar el pie izquierdo del santo, patrón de la Providencia y protector de las parturientas. Después de la misa llega la procesión por las calles del Rastro y culmina en su iglesia de Embajadores. San Cayetano sale en una carroza decorada con flores y vuelve sin ellas, la tradición dice que hay que llevarse una flor para que dé buena suerte durante el año.
Por la noche, los madrileños se acercan a la verbena situada en la Plaza de Cascorro. Allí acuden en busca de actuaciones musicales, puestos de feria y barras en la calle donde poder tomarse la típica limoná. Merece la pena acercarse a la calle del Oso para ver cómo se engalana aún de casticismo.
Más información en Fiestas tradicionales madrileñas, de Reyes García Valcárcel y Ana Mª Écija.