Pocas horas después de que haya finalizado el Día y la Noche de los Libros, desde Ediciones La Librería queremos rendir un homenaje a una de las calles que hacen honor al gremio, la calle Libreros.

Situada entre la Gran Vía y la calle de la Estrella, anteriormente fue conocida con los nombres de la Justa y del Pozo por el pozo que tenía aquí una mujer llamada Justa. Según cuenta la leyenda, de este pozo salieron dos basiliscos que mataron a una joven con su mirada.

La cripta de los libros

Foto realizada por Santiago García de Leániz, extraída del libro «La Cripta de los Libros».

En 1893 cambió de nombre pasándose a conocer como calle Ceres, diosa romana de la agricultura. Poco después, parte de la calle desapareció por la construcción de la Gran Vía. La nueva vía que sustituyó parcialmente su trazado recibió (por sugerencia de Pío Baroja), el nombre de Libreros. A finales del S. XIX y principios del XX, la calle era muy frecuentada por prostitutas.

La calle Libreros fue denominada así por la gran cantidad de librerías dedicadas a la compraventa de libros usados, cuyos propietarios son descendie

ntes, en su gran mayoría, de Doña Pepita, propulsora de este negocio a finales del S. XIX.

Pepita Borrás fue una mujer procedente de Valencia que consiguió en ese tiempo un local a muy buen precio. En él se puso a vender libros de texto de segunda mano siendo todo un éxito. Tanto es así, que extendió su negocio y contrató a varias dependientas. Con los años, estas trabajadoras se independizaron para crear sus propios negocios. Doña Felipa, Felisa, Belber, La Fortuna, La Casa de la Troya y La Merced fueron sus nombres. Las tres últimas continúan abiertas.

Más información en «Los nombres de las calles de Madrid» de Isabel Gea y «Malasaña», de Carlos Osorio.

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