Esta droguería, cuya hermosa portada ennoblece la Calle Desengaño, inició su actividad en el año 1866, cuando un catalán apellidado San Jaume consiguió la concesión de explotación de los cultivos de la Casa de Campo y el Jardín Botánico de Madrid, y abrió una tienda para vender plantas medicinales. Le sucedió Manuel Riesgo, natural de Luarca, en 1921. Riesgo redujo los productos de herbolario y comenzó a importar productos químicos par laboratorio y materiales para las bellas artes. Hoy en día Riesgo es la principal casa de productos químicos, con más de 70.000 artículos en stock. Tienen desde el sencillo bicarbonato hasta el peligroso arsénico. No es fácil vender estos productos ya que deben pasar controles de industria, del plan de drogas, del plan de explosivos, etc. Los clientes que adquieren materiales peligrosos deben mostrar su DNI y todas las compras son registradas en vídeo. Como vemos, el nombre Riesgo le viene al pelo al comercio.

Todavía se venden productos míticos, como la esperma de ballena, muchos de ellos guardados en los cajones originales. Los fantásticos pigmentos para hacer pinturas han sido adquiridos, entre otros, por el gran Antonio López.

La relación con los clientes es fundamental. El cliente, que muchas veces ignora el producto exacto que necesita, recibe asesoramiento y a su vez el vendedor toma nota de la experiencia de los clientes con los productos, lo que supone un mutuo enriquecimiento.

Los dueños tienen que bregar con unas normativas tan estrictas que a veces les ponen difícil la labor comercial. Se quejan de que “no hay suficientes zonas de carga y descarga”, de que “no hay apoyo a los comercios tradicionales por parte de las instituciones locales ni de las corporativas”.

Extracto de nuestro libro: Tiendas de Madrid

Droguería Manuel Riesgo, Madrid

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