Las tiendas de comestibles veían llegar su momento estelar en los días de Navidad. Sus escaparates se transformaban en especialidades gastronómicas navideñas, suculentas y apetecibles. En ninguna casa, por modesta que fuera, podía faltar el turrón, más o menos caro y más o menos abundante. Por todas partes se veían repartidores de estas tiendas que llevaban llamativas cestas, llenas de estos productos a casas donde todo era ilusión cuando las recibían. También los licores formaban una parte importante de la gula de esos días. Y todo ello con una algarabía callejera distinta a cualquier otra del resto del año. Aunque no era demasiado habitual, si el madrileño quería salir a comer a un restaurante podía hacerlo en los de lujo que costaban entre 100 y 125 pesetas; los típicos, entre 65 y 100 y algún otro con especialidades valencianas, gallegas, vascas o incluso orientales, italianas y alemanas.
¡Aprovechamos estas líneas para desearos un magnífico cierre de año y un estupendo 2017!
Podrás encontrar esta imagen en nuestro libro Imágenes del Madrid Antiguo.