Apenas llevamos vividos unos días del recién estrenado verano y ya en los termómetros de Madrid se empiezan a sufrir sus asfixiantes consecuencias. En la actualidad nos resulta más sencillo combatir el calor ya sea mediante el uso de aparatos de aire acondicionado o por medio de ventiladores. No obstante hace décadas la única forma de hacer frente a las altas temperaturas era salir a las calles a conciliar el sueño como buenamente se podía.
Este hecho se daba especialmente en las corralas donde el diminuto tamaño de las viviendas hacía que las noches estivales fueran un auténtico infierno. Ni cortos ni perezoso los vecinos bajaban a los patios y allí improvisaban su dormitorio con sillas y hamacas. Así, «a la fresca», era la única forma de descansar. Una imagen simpática que ahora, tantos años después, no podemos evitar ver con cierta sorpresa.
Imagen extraída de nuestro libro: ‘Lavapiés y El Rastro’ de Carlos Osorio.