Cuando todavía resuenan las voces de las vendedoras de rosquillas por la Pradera de San Isidro, vamos hoy con una imagen de este lugar a la que no estamos acostumbrados, siempre observándola con un gran ambiente festivo. Hoy visitamos la pradera, en un día normal, sin fiesta, como una zona tranquila donde algunas mamás llevaban a sus niños para que jugasen al aire libre, con una Madrid de fondo que todavía seguía moldeándose. Es uno de los lugares de la capital donde se abarca, y abarcaba, una vista extensa de la ciudad y también uno de los sitios que más difícil resulta reconocer al ser urbanizado.
Imagen incluida en nuestro ‘Estuche de Imágenes Antiguas de Madrid’