La Glorieta dedicada al alcalde Ruíz Giménez es conocida popularmente como “plaza de San Bernardo”, debido a la calle que la atraviesa y a la estación del metro.

Si hay un edificio que llama la atención en esta glorieta es el gran bloque de hormigón, cuajado de enredaderas y hiedras colgantes, en el chaflán entre las calles Alberto Aguilera y San Bernardo. Fue levantado en 1975 por los arquitectos Fernando Higueras y Antonio Miró por encargo del Patronato de Casas Militares.  Este imponente edificio fue construido sobre el solar que ocupó hasta 1962 el Hospital de la Princesa, construcción del reinado de Isabel II. Durante las obras, al rebajar el nivel de la calle Alberto Aguilera, aparecieron restos del quemadero.  

Vamos a dar un gran salto en el tiempo y nos situamos en el siglo XVII, cuando esta era una zona extramuros de la Villa, limitada por la Puerta de Fuencarral. Esta puerta se levantaba en la calle San Bernardo, a la altura dónde hoy está el cruce con la calle de San Hermenegildo. Desde allí partía el camino hacia Fuencarral y Alcobendas. En este despoblado alejado de la urbe se encontraba el Quemadero de la Inquisición. Allí eran sometidos a la pena de muerte por el fuego las personas condenadas por el Santo Oficio. Esta Institución estuvo activa en Madrid desde mediados del siglo XVII  hasta 1820, fecha en que fue abolida. Debido a la distancia, la población no escuchaba los alaridos de sufrimiento de los condenados, ni les llegaba el penetrante olor a carne quemada…

En los años 20 del siglo XX se rumoreó que había casas embrujadas en esta Glorieta, en las que se oían voces de lamentos y ruidos extraños. No sabemos si esas presuntas psicofonías provenían de espíritus de los ajusticiados siglos atrás por la Inquisición, o bien eran quejidos originados por la actividad sanitaria del Hospital de la Princesa. 

Texto incluido en nuestro libro ‘Fantasmas de Madrid’

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