En el S. XVII existía en la Plaza de Santa Cruz un mercado navideño en que se vendían productos alimenticios como hortalizas y frutas y también adornos, flores y regalos. No será hasta el S. XIX cuando se consolide la ubicación en dicho espacio y surja una normativa para regular la venta y los precios.

A partir de ese momento, la Plaza Mayor será el lugar reservado para la venta de pavos, turrones y dulces, mientras que la Plaza de Santa Cruz se reservaba para puestos en los que se vendían figuras belenísticas, zambombas, juguetes, artículos de broma…

En 1944 el Consistorio tomó la determinación de aglutinar la venta de todos los productos en la Plaza Mayor, prohibiendo los alimenticios. A partir de 1950, los toldos de los puestos fueron sustituidos por casetas, cambio cualitativo que ha permanecido hasta la actualidad.

En 1960 se interrumpió el mercadillo navideño de la Plaza Mayor por las obras del aparcamiento, trasladándose a la Plaza de Santa Ana. Los puestos han ido consolidándose cada año y constituyen una cita obligada cada Navidad. No hay madrileño que no pase por aquí en estas fechas y se lleve alguna figurita para el belén o cualquier otro adorno.

La labor que desempeña la «Asociación del Mercado Navideño de la Plaza Mayor» es verdaderamente meritoria, ya que sucesivas generaciones han mantenido esta tradición tan entrañable y arraigada.

Más información en «La Navidad en Madrid» de Regino Mateo del Peral.  

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