Algunos nombres de calles en Madrid incitan a preguntar el por qué de su denominación o -de alguna manera- causan curiosidad en el viandante. Es el caso de la Calle de Válgame Dios, situada muy cerca de Chueca. Parece que su procedencia es una leyenda. La contamos a continuación.
Todo comienza una noche en que dos hombres acuden a la Puerta del Convento de San Francisco para pedir a un religioso que acuda a socorrer a un moribundo. El guardián de la portería accedió con la condición de que fuera acompañado de un lego. Los hombres intentaron convencerle de lo contrario pero no tuvieron éxito. Finalmente, el lego marchó con los anteriores portando –sin que se dieran cuenta- una espada.
Caminaron por distintos sitios hasta que llegaron a los caños de Alcalá donde supuestamente estaba el agonizante. Cuando llegaron al lugar indicado, varios hombres se abalanzaron sobre los religiosos, vendaron los ojos al sacerdote y se lo llevaron.
El lego pudo deshacerse de sus atacantes y corrió para socorrer al sacerdote. Los captores habían llevado al sacerdote a un barranco donde estaba una mujer con un niño a la que iban a asesinar después de que el sacerdote la confesara en última instancia.
Parece que uno de los secuestradores era el amante de dicha mujer y el niño era fruto de otra relación. La intención era matar a la joven y al niño. El sacerdote hizo lo que le pedían. Tomó confesión a ella y bautizó al pequeño antes de que acabaran con ellos.
En ese preciso instante apareció el lego, justo en el momento en que la mujer exclamaba ¡Válgame Dios! El fornido hombre pudo evitar el trágico destino que les deparaba a madre e hijo. Finalmente se deshizo de los malhechores y escapó con el bebé y con la mujer.
Al día siguiente, los religiosos de la Santa Hermandad recorrieron los caminos que habían sembrado la desgracia la madrugada anterior. Encontraron a algunos heridos e hicieron las investigaciones oportunas dando por verdadera el relato narrado. A partir de ese momento esa zona se denominó el Barranco de Válgame Dios
Más información en “Rincones del Viejo Madrid” de Ángel. J. Olivares Prieto.
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