Hoy no nos toca caminar demasiado ya que nuestro destino final se encuentra en la Calle del Lazo. Una calle muy cortita que se ubica muy cerca de nuestro establecimiento y que esconde, tras su nombre, varias leyendas. En esta ocasión os relataremos una de ellas, una historia de celos que terminó de la peor forma posible y en la que se vio envuelto el mismísimo monarca.
Retrocedemos al Siglo XIII, en esta callecita del Barrio de Santiago vivía una tal María Dolanda quien al parecer tenía una “estrecha e íntima” relación con Alfonso X. Según nos ha llegado a nuestros días era tal el enamoramiento que sufría el propio rey por esta dama que, en muestra de su amor, optó por regalarle un lazo de oro que, desde entonces, ella siempre llevaría en sus citas.
El problema vino cuando con el paso del tiempo ella dejó de mostrar interés en verse con el monarca e incluso dejó de portar el preciado regalo que el rey le había hecho semanas atrás. Una falta de apego a la que Alfonso X encontró una explicación cuando a sus oídos llegó que María se estaba viendo con otro nombre. Furioso y lleno de celos, no tardó demasiado en poner varios vigilantes a la muchacha, cercando así sus movimientos. Después de varias guardias, la persona que buscaban no tardó en entrar en escena. Era un hombre apuesto que cometió el error de lucir el lazo de oro en sus ropajes que previamente María le había regalado, desconocedor de su verdadera procedencia y de que al portarlo se estaba delatando a los ojos del airado rey.
Los enviados del monarca lo apresaron a la salida de una de sus citas y ahí mismo le dieron muerte a cuchillo. Allí quedó tendido sobre el suelo el cuerpo inerte del hombre, con sus ropajes manchados de sangre y entre ellos el lazo delator. Por este trágico suceso la vía se pasó a llamar desde entonces la Calle del Lazo.
Esta historia y muchas más te esperan en nuestro libro «Madrid para morirse… de risa y de asombro», de Ángel del Río.