Es la Plaza de la Cebada muy conocida por los jóvenes madrileños porque en ella y sus alrededores abundan bares y restaurantes del Madrid más antiguo pero hoy transitados por la gente más moderna. Por aquella que se mueve por La Latina, el barrio del Humilladero y las Cavas que son las zonas colindantes.
Este lugar fue cedido a Beatriz Galindo, «La Latina»,- instructora de Isabel «la Católica»- para que se construyese un Hospital que llevaría su apodo. Por su parte, la maestra de la reina cedería unos terrenos que poseía en Puerta de Moros. Sin embargo esta circunstancia dio lugar a pleitos incluso siglos después.
En esta plazuela primitiva que comenzó a formarse a principios del S. XVI se vendían cerales, tocino y legumbres. Ya en el S. XVII se tiene constancia de la existencia de una fuente compuesta por cuatro osos en torno a la cual se daba cita lo más granado de la Corte.
El domingo 19 de junio de 1622 se instaló provisionalmente un extenso jardín con motivo de las fiestas de canonización de San Isidro. A partir del S. XVIII éste sería el lugar legido para celebrar las ferias de la ciudad, mientras que en el siglo siguiente, el mismo suelo sería el asignado para las ejecuciones capitales .
En 1823 el general Riego fue ajusticiado en la Plaza de la Cebada ante los insultos de las masas. Este paraje será un escenario importante durante la revolución de 1854. Hasta allí fue llevado en una silla el pacificador de Madrid, el general San Miguel; pero también fue fusilado el policía Francisco García Chico.
Después de la revolución de 1868, la Plaza de la Cebada adquirió el nombre de Plaza de Riego, en honor al héroe de Las Cabezas de San Juan. Ostentó este nombre pocos años porque en 1870 se comenzó la construcción del mercado de hierro que actualmente la ocupa. Cinco años más tarde se abrió al público este local de abastos que aún hoy sigue vivo.
Más información en «Las calles de Madrid» de Pedro de Répide.