Lo que se sabe
Aunque en su letrero principal ponga en letras gigantescas «Metrópolis» y todo el mundo en Madrid lo conozca desde hace décadas con este nombre, el espectacular edificio que hace esquina en la confluencia de la Gran Vía con la calle de Alcalá fue edificado para la compañía La Unión y el Fénix. Realizado entre 1906 y 1910, tiene la curiosidad de que su arquitecto oficial, Luis Esteve, apenas intervino en su construcción. Fueron dos hermanos llamados Jules y Reymond Fevrier quienes lo diseñaron y ejecutaron, pero al ser franceses no se les permitía oficialmente trabajar de este modo en España. Dejando esta anécdota a un lado, estamos ante uno de los más elegantes edificios de Madrid, de aquellos apodados afrancesados por su estilo, pero que sin duda rebasan en mucho las rigideces de la arquitectura para convertirse claramente en símbolos reconocibles de nuestra ciudad. Y como no podía ser de otro modo, la Victoria alada que remata su cúpula esquinada es digna representante de esa espectacularidad.
Dicen las malas lenguas…
La escultura que campea sobre el edificio fue realizada por Federico Coullaut Valera en 1975, cuando la empresa en cuestión tomó el relevo de La Unión y el Fénix. Se trata de una figura femenina bellamente realizada en bronce con los brazos extendidos, a la par que dos alas que le salen de la espalda. Representa a la Victoria, que a veces suele ser en la mitología sólo una alegoría o simbolización y otras, una diosa con entidad propia. Pero las más de las veces suele aparecer como un apelativo en referencia a otra divinidad a la que se le asocia el término de Victoriosa. Así pues, cuando se habla de Atenea Victoriosa —«Atenea Niké», en griego— es para hacer referencia a esta capacidad añadida. Quizá la más importante de las representaciones de una Victoria alada en el arte sea la famosísima de la Victoria de Samotracia, que se encuentra en el Museo del Louvre.
Pero hay una anécdota o curiosidad bastante interesante sobre esta escultura y divinidad. Es obvio que la compañía Metrópolis eligió este remate para hacer referencia a su victoria sobre otras aseguradoras, culminada con la compra de este edificio. Pero, como hemos dicho, en griego se le decía Niké, que se parece muchísimo a cierta marca deportiva. Y si nos fijamos aún más, el logotipo de dicha marca es justamente una de las alas de la victoria pero girada o volcada. Aunque al principio no destacó mucho, parece que dicha compañía deportiva estaba destinada al triunfo sobre sus competidores, al asociarse con los dioses clásicos de dicha manera.
Lo cierto es…
La verdad es que esta Victoria no es el único elemento de la mitología que encontramos en el edificio, ni mucho menos. La fachada que da a la calle de Alcalá marca un eje de simetría muy definido, con la puerta en el centro y dos estructuras verticales salientes en sus esquinas. Esta parte saliente está almohadillada y tiene dos bonitas cabezas de león con guirnaldas a modo de ménsulas por su parte baja. Pero si os fijáis con detalle y lleváis vuestra mirada a la parte superior, justo donde se corta la línea de cornisa antes de los áticos y buhardillas, veréis unas gigantescas aves con las alas extendidas. Son ni más ni menos que el Ave Fénix, distinguido perfectamente por su estilizada cabeza y el remolino entre llamas que tiene en su cola. Esta ave, según la mitología, vivía quinientos años, pasados los cuales creaba una hoguera avivada con su propia cola en la que se quemaba y quedaba consumida. Justo después, de estas cenizas volvía a salir un Ave Fénix totalmente joven que viviría otros quinientos años. ¿Qué mejor forma conocéis de representar a una compañía de seguros que esta? Tu casa ha sido incendiada y destruida, pero renacerás de nuevo sobre esas mismas cenizas, como el Fénix.
En la cuidada puerta metálica de la entrada ya no hay rastro de la anterior compañía, pero sí de la nueva, Metrópolis, que también se dedicaba a los seguros. Y su simbolización también queda muy clara en esta puerta: en la parte de abajo aparecen unas cabecitas del dios Dionisos-Baco —de la fiesta, las orgías y el disfrute en general— y algo más arriba, unos serios y fieros leones. Su significado es bastante claro: «No os preocupéis, vosotros disfrutad de la vida —como Baco— que ya estamos nosotros —los leones, o sea, Metrópolis— para protegeros y cuidaros». ¡Cómo se curraban la propaganda y los símbolos estas compañías!