Las necesidades de desplazamiento que tenía el vecindario madrileño durante la primera mitad del siglo XVI fueron escasas. La ciudad era pequeña, contaba con unos 18.000 habitantes y los recorridos urbanos eran cortos, por lo tanto, se podían hacer fácilmente a pie. No había demanda para moverse por algunos de los escasos medios de locomoción. Los pocos carruajes que se podían ver en las calles eran unas pocas carrozas cortesanas, los carros y carretas de mercancías y, a veces, de viajeros, y las sillas de mano y literas.
Las sillas de mano empezaron a alquilarse a finales del siglo XVI cuando su uso se generalizó debido al crecimiento de la ciudad por ser la capital del Imperio. Hasta ese momento, el único medio de transporte eficaz era la mula de alquiler, aunque su recorrido correspondía más a lo que hoy llamamos transporte interurbano. Un pregón de los alcaldes de casa y cortes de 1569 regulaba este próspero negocio. Estos alcaldes eran una especie de jueves penales cuyas decisiones estaban por encima de las tomadas por los corregidores. El bando establecía que ninguna persona pudiera alquilar mulas a más de 60 maravedíes por día. Con el comienzo del negocio aparecieron las primeras quejas por la subida del alquiler de los establos, del cereal y de los animales. Ante la negativa municipal de encarecer el servicio, los propietarios de las mulas sacaron los negocios fuera de la ciudad, alejados del control de las autoridades donde podían fijar los precios con total libertad- Esta circunstancia pudo ser el comienzo de las difíciles relaciones que ha mantenido el sector del taxi a lo largo de la historia con las autoridades públicas.
En 1615 se ordenaba “que todos los cocheros y mozos de mulas que vienen a esta Corte con sus coches y mulas, vengan directamente a parar a los paradores y mesones públicos y no en otra parte”. Las penas por desobediencia eran la pérdida del coche y las mulas para los propietarios; de cine azotes para los encubridores, y de cuatro años y cincuenta ducados para los dueños de las casas alquiladas por los empresarios.
Texto incluido en nuestra novedad: ‘Historia del taxi de Madrid‘