Hoy 17 de enero se celebra el día de San Antón. Hubo un tiempo en que cuando llegaba este día todos los labradores de los pueblos cercanos de Madrid se acercaban con sus mulas y burras de leche hasta las calles de Fuencarral y Hortaleza.
Los animales brincaban a las puertas de la santa reja donde el fraile escolapio bendecía la cebada y los “panecillos del Santo”. También eran bendecidos sus dueños que muchos eran cabreros o tratantes de bestias, pero para ese día se vestían con sus mejores galas.
El Diario de Avisos de Madrid del 16 de enero de 1830 anunciaba los siguiente: “En la confitería de la calle Fuencarral, frente a la casa de Astrearena, encuentra un abundante surtido de los acreditados panecillos de mostacho al estilo de Barcelona, titulados de San Antonio Abad, también los hay de mazapán, limón, fresa, rosa, frutas y abrillantados”.
En realidad, San Antonio Abad, nacido en una aldea de Egipto en el año 250 de la era de Jesucristo, se retiró al desierto creando la orden de los Cenobitas. Siempre se le representó con un ratón a su vera, animalillo característico de la zona de la que procedía.
Este ratón fue sustituido, después, por un opulente cerdo. Según Ramón Gómez de la Serna este santo fue “convertido en protector de los animales por la querencia popular” que estableció la costumbre de mantener el cerdo del Concejo. Desde entonces, todos los animales acuden cada 17 de enero a que les bendiga San Antón.
Más información en «Historias del antiguo Madrid», de Ángel J. Olivares