congresoEl Congreso de los Diputados fue construido en el solar de un antiguo convento, el del Espíritu Santo, que se incendió en 1823. Veinte años después, la reina Isabel II puso la primera piedra, pero las obras tardaron más de lo esperado.

En 1850 se inauguró el edificio, aunque aún quedaban remates por hacer. Al parecer, el arquitecto encargado del proyecto no había incluido ningún elemento decorativo para la entrada del hemiciclo y decidió instalar, tan solo, dos farolas.

Pero los parlamentarios no las consideraron adecuadas y le encargaron al escultor Ponciano Ponzano que hiciera algo que estuviera a la altura del edificio. Éste, se inspiró en un edificio de su Zaragoz natal cuya fachafa estaba revestida con dos gigantes. Así, propuso instalar dos grandes leones a la entrada del Congreso.

La propuesta fue aceptada y Ponzano esculpió dos leones e hizo dos moldes de yeso que fueron revestidos con pintura de bronce. Un año después, las estatuas estaban muy deterioradas por estar a la intemperie y se le pidió al escultor que los leones fueran esculpidos en bronce. Pero Ponzano presentó un presupuesto tan elevado que fue desestimado.

El proyecto fue adjudicado a José Bellver que, tras un año de trabajo, presentó sus dos leones de piedras al Gobierno, quien los consideró poco dignos de ser colocados frente al Congreso. Dichas estatuas fueron vendidas y acabaron en el Jardín de Monforte de Valencia.

Posteriores complicaciones aparcaron el proyecto durante dos años. Finalmente se llegó a un acuerdo económico con Ponzano para que esculpiese dos nuevos leones que serían fundidos después. Cada uno de ellos tendría una pata sobre una esfera. Unos años atrás, se habían incautado unos cañones de bronce de la guerra contra Marruecos, dichos cañones se fundirían y servirían para fabricar los dos animales.

En 1865 las estatuas de 2219 y 2668 kilos, respectivamente, fueron presentados a la prensa de Sevilla, que alabó el resultado final por su perfección artística y técnica. Cuando los leones llegaron a Madrid volvieron a ser objeto de discusión. Algunos pensaron que estas estatuas, fabricadas a partir del botín de una impopular guerra imperialista, eran contradictorias con los ideales democráticos.

Se necesitaron siete años para llegar a un acuerdo sobre el destino final de los leones, finalmente los políticos se pusieron de acuerdo y en 1872 los felinos se instalaron en sus respectivos lugares de honor, veintidós años después de haber sido encargados por primera vez.

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