Madrid sigue escondiendo tesoros de su historia y, en ocasiones, pasan desapercibidos ante nuestros ojos. En la Ronda de Segovia, 95 (muy cerca de la Puerta de Toledo) se encuentran los restos de una sección de considerable tamaño de lo que se conoce como cerca de Felipe IV.
A medida que la ciudad crecía y se expandía más allá de las viejas murallas cristianas y musulmanas, el Rey se dio cuenta de que se necesitaba una nueva muralla circundante, no con fines defensivos, sino para no dejar la entrada o salida de Madrid franca para cualquiera.
La nueva muralla permitiría controlar mejor el ir y venir de personas, se recaudarían tasas por tránsito y los malhechores o los portadores de enfermedades estarían bajo la vigilancia gubernamental, lo que aportaría mayor tranquilidad a todos los ciudadanos.
Será en 1625 cuando Felipe IV mande construir una muralla. Permanecerá en pie más de dos siglos, concretamente hasta 1868. Por aquel entonces, la ciudad se había expandido de nuevo mucho más allá de sus límites y por tanto la existencia de la muralla era innecesaria.
De hecho, el perímetro de aquella muralla corresponde a las actuales «rondas» y «bulevares» del Madrid moderno, por lo que aquéllas pueden considerarse la primera «vía de circunvalación» de la capital.
Más información en «Madrid oculto. Edición especial» de Marco y Peter Besas.
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