Este viernes proponemos un reportaje muy en consonancia con esta semana del libro que estamos celebrando. Nos referimos, en esta ocasión, a los cafés literarios de la capital del S. XIX y XX, ya que muchos de ellos fueron el lugar de encuentro de los más ilustres y reconocidos escritores de tiempos pasados.
Por el café Gijón pasaron las mejores plumas del país como Baroja, Benavente o Cela, que se inspiró en este lugar para escribir «La Colmena». Otro de los referentes de este tiempo, es El Comercial que es el más antiguo -fundado en 1887- y fue el primero en emplear camareras.
Algunos cafés se han ido adaptando a los nuevos tiempos como el Café de Oriente o la cafetería del Círculo de Bellas Artes por donde pasan numerosos artistas. Por su parte, el Café del Príncipe se ha transformado en un pub irlandés llamado El Parnasillo, en honor a la tertulia que allí congregaba a los escritores del romanticismo. Otros -sencillamente- han desaparecido, como El Café de Pombo que tuvo a Gómez de la Serna como animador o el Café de la Montaña donde Valle Inclán perdió su brazo. (Vídeo: Youtube, de Telemadrid).
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Antes tenían un sentido los cafés, ahora sin tertulias, con música alta y sin poder fumar han perdido todo su encanto.
nunca han perdido su encanto y nunca lo harán. Sólo se adaptan a las demandas de la sociedad actual. Pero son un lugar de encuentro maravilloso de hecho cada día los visitan más gente. Hace falta comunicarse y charlar en un ambiente tranquilo.