El origen del actual Hospital Militar de la Defensa, hoy ya público, se remonta a una Real Orden del 26 de abril de 1887. Se declaraba la necesidad urgente de construir tres hospitales de 350 camas cada uno, situados uno al norte, otro al este de Madrid y el último en Carabanchel.
Por aquel entonces, el Ayuntamiento de Carabanchel Bajo ofreció ceder gratuitamente un solar bastante extenso en los alrededores de la población. Dos años después y, coincidiendo con un incendio que destruyó el Hospital Militar de la calle Princesa, el Ministerio de la Guerra aceptaba los terrenos ofrecidos por Carabanchel.
Carabanchel Bajo conseguía una inversión de 6449940 pesetas o lo que es lo mismo: 74 veces el presupuesto anual del municipio. Por su parte, el Ministerio de la Guerra reducía el presupuesto para la construcción de un hospital que se encontraría muy cercano a Madrid y muy bien comunicado por carretera, ferrocarril y tranvía.
El proyecto es del teniente coronel, comandante de Ingenieros, Manuel Cano y de León. El hospital se diseña para albergar a 500 enfermos y se estructura en grandes pabellones. Se construyen 24 edificios que constituyen una verdadera ciudad, con pabellón de administración, capilla, pabellones para jefes y oficiales, etc.
A principios de 1896 estaba practicamente terminado, de hecho ese mismo año comenzaron a entrar los primeros pacientes. Las alarmantes noticias procedentes de la Guerra de Cuba aceleraron su apertura. Aunque no será hasta 1903 cuando se acabe totalmente.
Uno de los problemas que se encontraron es que en Carabanchel Bajo sólo contaba con dos fuentes de caudal escaso y una de Lozoya cedida al pueblo por el Marqués de Salamanca. Se planteó la posibilidad de que el agua se obtuviera de Lozoya desde la finca de Vista Alegre. Finalmente se optó por la conducción directa. El Hospital Militar contó con suministro de agua potable antes que sus propios vecinos.
Más información en «Carabanchel: un distrito con historia», de José María Sánchez Molledo.