La Cava Baja, una de las niñas conocidas de Madrid, por su enorme oferta hostelera, aunque pocos imaginan que esta conocida vía del barrio de La Latina era el foso de la antigua muralla medieval hace nueve siglos.

Para tener nuestro primer encuentro con los restos de la muralla medieval cristiana recomendamos paciencia y esperar a que algún vecino del número 10 salgo o entre del inmueble, para de esta forma, acceder al mismo. Tena a bien el lector recorrer el pasillo de entrada y dirigirse hasta el fondo donde se topará con el patio de una corrala a la vieja usanza. Sin embargo, por muytípico que sea el espectáculo que se abre ante nuestros ojos, no es este el motivo de nuestra visita a este edificios, sino los vestigios de muralla que se hallan protegidos tras unas grandes ventanales de cristal a la derecha. Allí podemos contemplar unos siete metros de lienzo de la fortificación medieval con una altura que varía entre un metro y medio y cuatro. También se puede apreciar perfectamente el nivel inferior de uno de los cuatro torreones que jalonaban la muralla.

Una vez de vuelta a la calle debemos saber que, una vez desapareció el foso medieval, esta popular vía madrileña se convirtió en un lugar privilegiado entre los siglos XVII y XIX para albergar a carreteros, arrieros, viajeros y otros colectivos que necesitaban hospedaje y que venían a comerciar a los vecinos mercados de San Miguel y la Cebada. Fue de esta manera como surgieron las distintas posadas y ventas en la que se alojaban los comerciantes que necesitaban pernoctar en la capital. De entre ellas todavía destacan tres: la posada de la Villa, la del León de Oro y la del Dragón.

Según reza un discreto azulejo a la derecha de la entrada principal, la posada de la Villa fue fundada en 1642 pero el lugar tiene mucha más historiada que fue durante mucho tiempo el Peso de la Harina de la Villa. Era este un servicio del municipio que desde la Edad Media y durante la Edad Moderna tenía como funciona el peso del trigo que la gente llevaba posteriormente los molinos y de la harina que volvía de la molienda, evitando así el fraude en este proceso. A partir de la fecha indicada se convirtió en la primera posada de la Villa aunque en el plano de Teixeira sigue figurando como el ‘Peso del Arina’. Hoy en día hace las delicias de todos los amantes de los asados y del cocido madrileño.

Texto incluido en el libro ‘Mis muros de fuego son’

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