Su nombre se debe al convento que se hallaba en esta zona y en él se enterró a la beata Maria Ana de Jesús. Frente al convento existía un edificio destinado a saladero de tocino, que se transformó en cárcel en el Siglo XIX. En el Saladero, nombre dado a esta cárcel, se llevó a cabo la ceremonia de degradación del cura Merino, después del atentado que cometió contra la reina Isabel II.
En 1933 el Ayuntamiento instaló en esta plaza un mercado de flores y, si tenía éxito, se pensaba poner otro en la Plaza de Santa Ana. Además, se tenía el proyecto de hacer una exposición a la que concurrirían los cultivadores de toda España. En estos jardincillos estaba el quiosco de libros de Julián Martínez, que también vendía periódicos y revistas, así como el de José Más, éste de refrescos.
Podrás encontrar esta fotografía en nuestro libro de Imágenes del Madrid Antiguo.