Las corralas eran las tradicionales viviendas antiguas de Madrid, aún quedan algunas en pie en los barrios de Lavapiés o de Chamberí. Eran viviendas de baños y servicios compartidos por toda la comunidad de vecinos. Todas ellas daban a un patio con escaleras y balcones donde se hacía mucha vida. En los patios había incluso corrales, de ahí el nombre de corralas.
En la Calle Sombrerete vivió, en tiempos muy remotos, un pastelero que se hizo pasar por el desaparecido rey Sebastián de Portugal. Cuando le pillaron en su mentira, el hombre culpó a su cómplice, un monje luso, sacerdote del monarca, que le conocía bastante bien. Este monje fue culpado y condenado a muerte. El día de la ejecución fue llevado humillándole por las calles de Lavapiés, con una capa y un sombrero, hasta la Plaza Mayor, donde le ahorcaron. Después de muerto, un grupo de jóvenes le quitó el sombrero y jugaron con él hasta dejarlo abandonado sobre un montón de estiércol en una corrala de Lavapiés.
Allí quedó el sombrero abandonado durante unos días pero a la semana siguiente lo vieron salir volando desde el lugar donde reposaba. Así estuvo un tiempo volando y asustando a los vecinos, quienes pensaron que se trataba entonces del fantasma del monje luso, hasta que una noche abandonó el barrio y nunca más se le vio. Esta es la historia que dio nombre a la calle, durante un tiempo se llamó del Sombrerete Volador y hoy se le conoce, simplemente, como Calle del Sombrerete.
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