Podemos decir que Madrid fue una de las ciudades pioneras en lo que al séptimo arte se refiere. Tan sólo veinte semanas después de que fuera presentada la máquina de los Hermanos Lumière en el Grand Café de París y tres semanas después de la primera proyección en Nueva York, el espectáculo del cine aterrizaba en la capital.
Corría el año 1896 cuando un representante de los Lumière, el Señor Promio, alquilaba la planta baja del Hotel Rusia, muy cerca de Lhardy. Aquel lugar -que había sido una joyería- competiría con el Circo Parish, una sala en la que cinco días antes, un americano llamado Rousby había mostrado su «cinetoscopio» inventado por Thomas Alva Edison.
Pero las proyecciones de Promio prometían ser un espectáculo mucho más novedoso. En la sala de techo bajo, se colocaron veinte hileras de sillas alquiladas y en la parte trasera se instaló la cabina de proyección y en el fondo una pequeña pantalla blanca.
La prensa anunció el evento suscitando la mayor de las expectaciones. El 13 de mayo de 1896 Promio ofreció un pase de prensa de sus películas. El resultado fue un éxito. Toda la prensa se volcó en difundir que aquel visionado era «la maravilla del siglo».
Dos días después, la sala se abrió en sesión pública. Se proyectaron seis horas de cine en sesiones de veinte minutos de un total de diez películas, entre las que destacaban «L’Arroseur arrosé, Arrivé d’un train y La dortie des Usines Lumière.
El acontecimiento tuvo la mejor de las aceptaciones. Aunque el Hotel Rusia hace tiempo que desapareció, el edificio aún existe. Como recordatorio de lo que un día fue existe una placa en la Carrera de San Jerónimo 34 para rendir homenaje a esa primitiva sala de cine.
Más información en «Madrid oculto» de Marco & Peter Besas.